lunes, 18 de junio de 2012

Capítulo 2. Don Perfecto

El capítulo 2 ^^


Capítulo 2. Don perfecto.


Amanecía lentamente, uno de los rayos de sol, se coló por la ventana del salón y me deslumbró. Sábado por la mañana. 
Mi padre se había quedado dormido en un cómodo sofá. Y, mi madre se había quedado dormida junto a mi hermana. 
Al levantarme, la madera crujió y provocó el despertar de mi madre.


-Buenos días, cielo. ¿Has dormido bien?-Preguntó mi madre bostezando.
-Pff... Que va. Me duele mucho la espalda.
-Shh... No hables tan alto. Vas a despertar a tu padre y a tu hermana.-Dijo mi madre en voz baja.
-Vamos a la cocina, te haré algo para desayunar.


Entramos a la cocina. Mi madre bostezó unas cuantas veces. 


-Y... ¿Qué te parece LakeValley? Es preciosa, ¿verdad?-Dijo mi madre con los ojos llenos de ilusión.
-Aparte de que no tengo amigos y es una mierda estar sin conexión a Internet y sin cobertura en el móvil... sí, es preciosa.
-No hace falta tanto sarcasmo. ¿Qué quieres para desayunar?
-Buf... Un café para espabilarme un poco.
-No deberías tomar café pero... Vale.


Mi madre encendió nuestra vieja cafetera. Añadió el café y el agua. Lo removió todo y añadió dos terrones de azúcar. Extendió su mano y me dio el café


-¿No quieres nada para comer?-Preguntó mi madre mientras abría las horribles cortinas con estampado de zanahorias. 
-No. No tengo mucha hambre.-Dije mientras acababa de tomarme mi café. 


Mi madre vio la cara que tenía. Mi cara era igual que la de las viejas amargadas que sólo sabían ver programas del corazón y se preocupaban por ellas mismas.


-Cielo... Deberías, ir a dar un paseo para conocer este pueblo un poco mejor.
-Oh... ¿en serio? ¿Crees que por ver unos cuantos sitios de mala muerte me alegrarán el día?-Dije con una expresión de enfado.
-Pues sí. Deberías ir a conocer a los vecinos.
-¿A los perfectos?
-¿A los qué...?
-No nada... Cosas mías, mamá.
-¿Entonces...?
-Está bien...-Dije de mala gana. Mi madre siempre me convencía...


Busqué entre las maletas ropa limpia. Cogí una blusa rosada y unos pantalones cortos. Hacía bastante calor. Me dí una ducha. Y, salí a la calle.
Alguien de los de la casa de enfrente se dirigía a mí. Un perfecto pensé.


-¡Eh, tú!-Me gritó un chico.
-¿Eh...? ¿Yo qué?
-Eres nueva aquí, ¿verdad?
-Ehh... Sí. Llegamos aquí ayer.
-Te he visto salir de esa casa.-Dijo mientras señalaba la asquerosa casa que me había tocado como hogar.
-Vivo ahí. Creo que vives en la casa de enfrente.
-Sí, mi nombre es Daniel Green pero, me dicen Danny.
-Ah bueno Green, me largo a conocer este pueblecito de mala muerte.
-Espera. No sé tu nombre.
-¿Te importa acaso?
-Sí. Eres mi vecina.
-Grr... ¿Eres así de pesadito con todos?
-Sí. 
-Melody Tyler. ¿Contento?
-Vale Tyler. Adiós.


Pero ese Green... ¿qué se cree? ¿El Don Perfecto que le puede caer bien a todos? Pues, si piensa que va a ser mi amigo... Lo tiene más claro que el agua. Aunque... Había que reconocer que era guapo. Su pelo moreno liso era precioso y sus ojos verdes me llamaban la atención... Pero aún así es un inmaduro por hablar con personas desconocidas...


Seguí caminando hasta un parque. Se oía mucha gente hablar bruscamente. 
Tss... Pueblerinos tenían que ser. 
No me gustaba estar sola en ese parque. Me sentía una idiota sin amigos. Así que... Me volví a casa.


Llamé a la puerta y oí la voz de mi hermana.


-¿Quién es?-Preguntó mi hermana.
-Soy yo. Abre.
-¿Yo quién?-Dijo desconfiada.
-Melody Tyler. Ábreme.
-No. Tú no eres Melody. 
-¡Qué me abras, joder! 
-¡Has dicho un taco, se lo diré a mamá!-Se oyeron los pasos de mi hermana corriendo en busca de mi madre.
-¿Melody? ¿Eres tú?-Preguntó mi madre.
-Sí, mamá. Ábreme, por favor.


La puerta se abrió. Entré, mi padre estaba despierto. Estaba instalando el televisor.
Bueno, al menos tendríamos tele. La mayoría de las cosas estaban colocadas.
Mi madre me ordenó a colocar todas mis cosas en mi habitación.
Coloqué cuidadosamente todos mis pósters de Robert Pattinson, Taylor Lautner...etc.
Ordené mis libros en una estantería. Y, las demás cosas las coloqué como pude.


Encontré una foto de mis amigas. Las echaba de menos. 
Oí la voz de mi madre desde la cocina. Bajé las escaleras rápidamente.


-¡Terremoto, terremoto!-Gritaba mi hermana como una loca.


Entré a la cocina y, vi a mi madre con un montón de cestas de magdalenas.


-Y, ¿esto para qué es?-Dije cogiendo una magdalena de un cesto con un lazo anaranjado. Mi intención era llevarme la magdalena a la boca pero, mi madre me la quitó y la colocó cuidadosamente en su lugar.
-Es para los vecinos.
-Mamá. Se supone que ellos te tienen que dar las magdalenas a ti. 
-Pero, es para empezar con buen pie.
-De verdad, mamá...
-Irás a entregarle las magdalenas a nuestros vecinos.
-Dios, ¿por qué yo?
-¿Quieres que Lea te acompañe?
-¡No! Por favor... Ella no...
-Bueno, ya puedes empezar a repartirlas.


                     
                           Continuará...















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